El más importante de éstos es el Código de Dresde, denominado así después de ser encontrado en una biblioteca semi destruida. Este extraño libro escrito en lengua maya, llegó a manos de un erudito alemán en 1880, el cual tras años de dura labor, desentraño el código del calendario Maya, dando acceso de este modo a la traducción de muchas de las antiguas inscripciones que fueron encontradas en fuertes, casas, y artefactos de la civilización Maya y halladas en investigaciones arqueologicas.
Como dato anecdótico podemos decir que este antiguo documento ha sido utilizado por la astronomía moderna, proporcionando detalladas tablas de eclipses lunares y de otros fenómenos.
En 1986, Maurice Cotterell que durante largo tiempo había investigado sobre el campo magnético del sol y sus efectos directos sobre la tierra, descubrió mediante el código de Dresde, que el calendario maya no era nada arbitrario sino que basaba sus conocimientos en el sistema solar. Esto explicaría el porque los mayas se centraban tan estrictamente en los largos ciclos del tiempo y su creencia en los procesos de generación y destrucción de las 4 edades anteriores del hombre.
El tiempo Maya era cíclico, los efectos eran pensados para que se repitiesen en forma y contenido. Eso hace que la Historia de un pueblo tenga un sentido de Unidad; una etapa es la consecuencia de la anterior y origen de la próxima, y al gual que el concepto del karma, nada es eterno e indefinido, tan solo etapas a cubrir, y así, determinados días eran considerados desafortunados, mientras que por el contrario otros eran beneficiosos, y lógicamente igual pasaba con los años y los siguientes periodos.
Crearon bloques de 20 años, que llamaron katuns y cada periodo de tiempo era definido en tono benéfico o maléfico, en función de acontecimientos previsibles por la personalidad del ciclo según los dientes simbolizados en el calendario. En realidad era como un horóscopo viviente, en el cual se podía saber los acontecimientos del año en función del ciclo en que se hallaban; y además, ¡coincidía con las predicciones¡.
Los Mayas contaban los días según dos calendarios, uno de un año "vago" de 365 días (13 lunas) y otro de un ciclo más corto de 260 días. Cada día tenía dos nombres, uno para cada calendario, de esta forma para que los nombres se tuvieran que repetir de nuevo, debería transcurrir un ciclo de 52 años. Al final de uno de estos 52 ciclos, decían sus escrituras que los mayas saldrían de sus ciudades y subirían a las colinas y mirarían ansiosamente a las estrellas, concretamente hacia las pléyades. El aspecto de estas estrellas significaba que los cielos no habían parado dar vuelta, y que nuevamente se levantaría el sol. Así, celebraban el nacimiento del nuevo 'siglo' con una gran fiesta y muchos fuegos, simbolizando el renacimiento del mundo.
Por ese mismo calendario, los mayas conocieron el derrumbamiento de su imperio, cuya destrucción ellos no podrían impedir, ni sobrevivir, a causa de la etapa cíclica en que se producía; se encontraban en un importante ciclo que comenzó en 3113 A .C., y que va a terminar el 12 de diciembre de 2012. En su tiempo, creyeron que para ese momento habría un repentino revés en el campo magnético de la tierra. un cambio de katun asociado con acontecimientos naturales de fuego o el agua.
La cosmogonía maya cuenta que para llegar a estado en que nos encontramos se han producido previamente 4 mundos y de la misma forma, otras 4 veces han sido destruidos, primero por agua (inundaciones), segundo por viento, tercero por los cambios del fuego y de la tierra. Al final de cada etapa había un ciclo de caos tras el cual se daba comienzo a la reconstrucción, que iniciaba el ciclo. Siguiendo es lógica ciertamente en 2012 seria el final de una etapa, pero al contrario que muchas advertencias tremendistas eso no significa que sea el final de la humanidad sino el cierre de un ciclo y de una forma de vida como hemos visto que nos han transmitido los ancianos maya del capitulo anterior.
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